Desde el momento en que eso ocurra, la ciudad tendrá el despegue cultural que todos estamos esperando, con una programación de espectáculos variada: teatro, música, danza… que dé a la noche cordobesa nuevos aires, una nueva vida que a día de hoy se le está negando, una invitación al turismo a que pase alguna noche más, si se decide a pasar alguna entre nosotros.
Pero, soñemos, imaginemos esa Córdoba moderna, abierta a la cultura, viviendo la misma cotidianamente, no como algo excepcional, con al menos cinco teatros abiertos y una programación variada. Y en ese punto es conveniente reflexionar sobre cómo debería comportarse esta red de teatros local, especialmente los tres que aún están en el aire.
En primer lugar no olvidar que la tarea fundamental para los responsables de la cultura en Córdoba, y para los gestores de estos espacios será crear hábito; ir al teatro, un hábito saludable y vital para la supervivencia de estos proyectos. Hacer público es tarea de todos. Los responsables de la cultura en nuestra ciudad han de luchar porque ir al teatro se encuentre al menos, si no es la mejor, entre una de las posibilidades ante ese repetido “¿qué hacemos hoy?” Para ello es imprescindible esa programación continuada que nos permite la existencia de varios teatros en la ciudad; que una misma noche un posible espectador pueda optar a buenos espectáculos de música, danza, o teatro… Igualmente importante será el compromiso con la calidad artística de los mismos. Somos proyectos muy jóvenes y no podemos jugarnos nuestra existencia con montajes de discutible calidad. No se trata de homogeneizar el gusto, eso es, además de imposible, negativo, sino de garantizar una calidad mínima al respetable que amablemente compre su entrada en alguno de estos teatros.
Desde el Teatro El Mercado, esa es la consiga, calidad y belleza artística, venga de donde venga. Y voy más allá, permitan que me extienda algo en las líneas filosóficas que impulsan el proyecto del Teatro El Mercado; empresarialmente, un teatro a la antigua usanza es inviable. Con cuatro o cinco horas abierto a público, dos o tres días a la semana, es impensable que un teatro privado de provincia pueda sobrevivir. Eso puede funcionar con los teatros públicos o en grandes capitales que superan con creces la demanda que a priori vamos a encontrarnos en Córdoba. Por esta razón, desde el Teatro El Mercado, defendemos un teatro vivo y cercano, y repetiremos hasta la saciedad “¡abiertos 24 horas, 365 días al año!” Pero ya ese aspecto está cambiando, parece que las instituciones están despertando de su letargo y comienzan a darse cuenta de que los espacios escénicos no pueden ser durante el día meras oficinas; ¡cuidado! han de seguir siendo centros de producción e investigación artística, ya sea en teatro, danza o música.
Los responsables del Teatro de la Axerquía han acertado de pleno en ofrecer sus instalaciones como sede para la Compañía de Javier Latorre, el Teatro Avanti se encuentra actualmente en el desarrollo de una producción propia “Juansen y Grettem, un cuento musical” bajo la dirección artística de Raquel Toledo, y por su parte la compañía estable del futuro Teatro El Mercado estrena el próximo 24 de marzo su primera producción e inaugurará la XI Semana del Teatro de Lucena con “El hada de Abu Ghraib”, de Antonia Jiménez, bajo la dirección de Paco Piñero. Los espacios físicos no son un fin en sí mismos, no vale con tener teatros cerrados durante el día. Han de ser un medio para que los artistas de nuestra ciudad puedan trabajar y desarrollar su oficio y así tener vida. Esta fórmula de trabajo se debe de fortalecer y aumentar, sin prisas pero sin pausas, y, por supuesto, no dando ningún paso atrás, porque todo este esfuerzo llevará a desarrollar en nuestra ciudad una infraestructura empresarial en el sector, actualmente inexistente. Creará puestos de trabajo tanto directos como indirectos y subirán cualitativa y cuantitativamente las producciones artísticas en nuestra ciudad.
Ahora es el momento de creer en nosotros mismos, de apostar fuerte y de tener una Córdoba digna de su historia y su legado cultural. Por ello, desde estas líneas animo a todos: instituciones públicas, privadas, artistas y público, a trabajar en común, sin recelos y sin ahorrar esfuerzos. Otra Córdoba es posible, y hoy más que nunca es imprescindible no perder el tren cultural de la modernidad, las infraestructuras son la base para que nuestro potencial se desarrolle, no demos cuartel al subdesarrollo en equipamientos que sufrimos desde hace ya muchas décadas…
Las últimas, aunque breves palabras, me gustaría dedicarlas a la conveniencia del teatro como arte para nuestra sociedad. Solo decir que el teatro es purificador para la sociedad como crítico de los excesos, de las miserias y de las injusticias… es un potente fármaco, sus principales ingredientes: La risa y el llanto. No neguemos por negligencia esta experiencia a nuestros hijos, ni a nosotros mismos… Córdoba debería reír y llorar junta, en un acto social, un acto colectivo de comunicación. Aunque pueda parecerlo a menudo, no somos seres solitarios, somos de naturaleza social, y necesariamente sociales. De momento solo el fútbol y los peroles consiguen satisfacer esa necesidad… pero hay una minoría, cada vez mayor según los datos de asistencia al Gran Teatro de Córdoba en los últimos años, que busca realizarse, emocionars,e individual y colectivamente, por otros caminos más sensibles y artísticos. El arte es una opción de vida que puede hacer que nuestra Córdoba cambie y avance, llegandoa ser decidida y valiente. Que definitivamente encuentre su ventana al futuro: la Cultura.