La política de “tu me das, yo te doy” suele dar resultado. El intercambio de cromos amansa a las fieras y permite a quienes lo practican mantener una relación políticamente correcta. La otra opción es tratar a todos por igual, sin amiguismos, sin dar ventajas a nadie, por doloroso que sea en ocasiones porque supone negarle algo a un amigo. La seguridad de que lo que no se hace con uno no se hace con los demás debe ser suficiente para quienes demandan igualdad de oportunidades. Pero hay quienes no admiten este extremo y se siente discriminados por no haber sacado provecho en tal o cual situación. ¡Ca uno es ca uno, que decía el Guerra!
Ahora no es el momento de buscar culpables. Seguro que se han cometido errores, quien suscribe más que nadie, posiblemente, pero siempre desde la honestidad y la mejor de las voluntades. Y aprendiendo todos los días, eso sí, aunque llevemos en esto del fútbol más de 20 años, pero cada vez más convencido de que en este deporte se debe aplicar aquello de “sólo sé que no sé nada”, que decía el filósofo. Ahora la situación deportiva actual recomienda cerrar filas en torno a nuestro equipo, prestarle todo nuestro apoyo a nuestros jugadores y cuerpo técnico (los de dentro y los de fuera) y esperar a que pase el mal momento, que seguro que va a pasar, para analizar más adelante todo lo ocurrido, escuchar todas las críticas que sean necesarias (desde el respeto y la honestidad) y apechugar cada uno de nosotros con su cuota de responsabilidad en aquello que no se haya hecho bien. De una buena crítica también se pueden sacar conclusiones, sobre todo si el talante de la misma es constructivo.
Pensar que siempre se está en posesión de la verdad es del todo punto erróneo. Todos nos equivocamos, hasta quien se erige como juez de los demás y no sabe valorar que reconocer el error dignifica y no empequeñece a quien lo hace. Hace poco nuestro presidente lo hizo, pero se tuvo poco en cuenta. La credibilidad es algo que se gana con el tiempo y no sólo en el fútbol sino en todos los órdenes de la vida. Para que te crean lo mejor es no mentir y sobre todo, mantener siempre una línea de actuación coherente y honesta como filosofía de vida, pero limitada siempre por el respeto a los demás. Los amiguismos no conducen nunca a nada bueno y menos aún la crítica partidista, que casi siempre acaba corriendo el riesgo de caer en la falta de objetividad. A todos nos ha pasado alguna vez. Quienes se mantienen firmes en sus principios y a su línea de actuación veraz e independiente, pero leal y profesional a la vez, acaban demostrando una personalidad creíble y respetable, porque quienes se muestran cambiantes y variables a la situación puntual que se produzca terminarán por no convencer a nadie. Las puñaladas traperas están a la orden del día, pero siempre se acaban descubriendo. Sólo se trata de dar a cada uno lo que se merece, lo justo, ni más, ni menos. Lo que le corresponde por sus actos, por su comportamiento, por su trabajo, por lo bueno o por lo malo… Ambas cosas son consecuencia del comportamiento humano propio y no del desequilibrio de los demás, porque cada uno finalmente queda por lo que es, por mucho que en ocasiones nos cueste descubrirlo. Admitiendo siempre que no todo sale como se planifica y que los momentos malos se compensan con los buenos. Al respecto, Truman Capote decía que “el fracaso es el condimento que da sabor al éxito”.
Pero en fútbol lo que tiene que pasar pasa y para casi todo hay una explicación. Y así hay que aceptarlo. Este Consejo de Administración ha demostrado no tomar decisiones a la ligera y hacerlo, casi siempre, sabiendo el terreno que se pisa. La obligación de los gestores es ver aquello que, posiblemente por falta de información, no vean los demás y adelantarse a los acontecimientos en prevención de males mayores. Y, aunque no haya sido agradable, eso es lo que ha tenido que hacer el club en el caso de la destitución de Paco, en la confianza de que la decisión tomada es la correcta. Una decisión que, lejos de tomarse desde el miedo a los resultados o al tan manido entorno, vuelve a ser valiente y decidida. Como valiente y decidida fue la no continuidad de Escalante y no menos dolorosa.
De aquí en adelante habrá que volver a sufrir, muy a pesar nuestro, y precisamente por ello necesitamos de todos. Sentirse respaldado es tan importante como ser valorado, pero el respaldo no hay que darlo, se nota si se tiene o no. En estos momentos, todos los que componemos la entidad Córdoba Club de Fútbol, SAD (presidente, consejo, técnicos, jugadores, empleados, etc.) necesitamos notarlo más que nunca. Como decía un técnico cordobés al que respeto mucho, las victorias tienen muchos parientes, la derrota un solo primo.
oe comienza.