En este sentido, Lara valora darle un uso distinto a las Ermitas para una actividad cultural, como recoge el documento, pero matiza que el clima habitual de Córdoba, donde en verano se padecen los cuarenta grados a la sombra, no posibilita, por ejemplo, una exposición de cuadros, ni cualquier actividad al aire libre en verano, antes de la diez de la noche.
Lara comenta que el uso de espacios abiertos era la alternativa de los artistas cordobeses hace treinta años cuando la ciudad carecía de espacios expositivos y la Asociación Sindical de Artistas Plásticos aprovechaba las casetas de feria vacías para colgar sus trabajos pero que ahora el arte tiene que estar en galerías y lugares adecuados, como el Centro de Arte Contemporáneo de Córdoba, que parece que mantendrá los 5,7 millones de presupuesto que se habían consignado en 2010.
Falta de didáctica
Además, “otra cuestión importante es para quién se genera la cultura en esta ciudad, si como mantiene el discurso institucional, es para los ciudadanos no tienen demasiado sentido muestras culturales espectaculares que no vayan acompañadas de explicaciones para que los cordobeses comprendan su significado y relevancia”. La muestra “Chillida. Reflexión – Materia”, ha estado hasta el 13 de junio en la sala Vimcorsa y seguro que no ha tenido la repercusión que una muestra de este autor merece, simplemente, porque “a esta ciudad le falta didáctica para esa cultura que quiere generar”, concluye Lara.
Y es que son muchas las voces que manifiestan que “un plan de este tipo choca con el aspecto económico. Aunque haya buena intención e ideas innovadoras si no hay nadie que financie eso no saldrá para adelante ninguna actividad cultural”. Son palabras de José Antonio Ortiz, responsable del teatro Ñaque y coordinador del II ciclo de noches de teatro del Palacio de Viana. Y para explicar esto habla como la voz de la experiencia sobre un mal endémico de la provincia. “En Puente Genil, Montilla o Cabra hay espacios teatrales que no cuentan con una programación escénica porque no hay nadie que subvencione los proyectos”.
Sin embargo toda esta estrategia no se entiende sin la presencia de la iniciativa privada. Juan Jimenez responsable de Arte21 sostiene que “el problema de Córdoba es que es una ciudad de maquetas y lo que tienen que hacer los artistas y la sociedad en general es exigir proyectos concretos”. En este sentido, el galerista argumenta que las instituciones locales además, tienen la experiencia de que la cultura en esta ciudad es rentable. “Si toman como ejemplo al repercusión del Festival de la Guitarra, Cosmopoética o La Noche Blanca del Flamenco, deben darse cuenta que una gran inversión en actividades culturales reporta beneficios turísticos, de proyección internacional a Córdoba. Por tanto, las instituciones deben esforzarse por apoyar a los artistas locales”.
Apuesta valiente
Por otra parte, uno de los artistas que estuvo en la presentación a los colectivos del Plan de Equipamientos e Infraestructuras Culturales, el pintor Miguel Gómez Losada, destaca la actitud “valiente” y la visión de futuro del área de Cultura del Ayuntamiento al encargar este proyecto, sobre el que, por otra parte, considera que para que sea efectivo debe contar con la gestión adecuada, y además, añade que ahora el protagonismo lo tienen los artistas y los propios ciudadanos que deben proponer actividades en solares del Ayuntamiento en los barrios, parques y demás espacios al aire libre.
En esta línea también se sitúa el artista cordobés y profesor de la facultad de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla, Manuel Garcés, quien echa en falta en Córdoba asesores y programaciones que den forma a las ideas que se reflejan en todos los proyectos políticos. “Las buenas intenciones tienen que ir acompañadas de contenido”.
Él propone, por ejemplo, reutilizar edificios propiedad del Ayuntamiento y convertirlos en talleres de teatro, pintura o poesía y que de la gestión se encarguen artistas y colectivos, como se hace en Berlin, una verdadera capital de Cultura. Si quieren invertir en cultura, en industria cultural, que habiliten espacios en los que poder crear a un precio asequible para los artistas, y entonces, sí que la participación será una realidad y no una meta, porque Córdoba se llenaría de estudios de creación de arte.
En la presentación del plan a los colectivos culturales y sociales de la ciudad, se expusieron en líneas generales las conclusiones del plan y la motivación que ha llevado a realizar una profunda reflexión sobre los equipamientos culturales y su posibilidad de optimización. Sin embargo, este marco de intenciones, que será de referencia para las próximas políticas culturales según afirmó el primer teniente de alcalde y delegado de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, Rafael Blanco, no convenció a todos los asistentes que, como el catedrático de Física de la Escuela Politécnica Superior de la UCO y experto en Energías Renovables, Contaminación Urbana y Movilidad Sostenible, Gerardo Pedrós,critican la falta de una masa crítica y apoyo institucional. Por otro lado, el activista, considera que el Plan de Equipamientos e Infraestructuras Culturales no aporta nada nuevo, pues, a su juico, no se trata nada más que de una relación de equipamientos culturales.
Sin embargo, Gaia Garelli, co-autora del Plan explica que este documento es una reflexión apartir de una lectura del binomio cultura-ciudad que desemboca en un documento de futuro, más allá de la Capitalidad, porque no sólo es un listado de equipamientos.
¿Y a qué se concreta esta profunda reflexión? Qué Córdoba cuenta con una vasta red de espacios públicos al aire libre como las Ermitas, el Arenal, las márgenes del río Guadalquivir, la Sierra de Córdoba, las ruinas romanas de Ategua, la Campiña, la red de villas romanas, así como los cortijos, que el documento denomina “sistemas culturales territoriales”, valores añadidos a la ciudad que pueden diversificar sus actividades.
Así, por ejemplo, Radaelli indica que las Ermitas podrían usarse, además de cómo lugar de convivencia en peroles los domingos, como escenario de un concierto de música clásica.
Asimismo, en la Campiña también se podrían realizar rutas paisajísticas a bici e incluirlas en los mapas que se reparten a los turistas en las oficinas de turismo.
En definitiva, el documento refleja que Córdoba no tiene necesidad de crear más “contenedores culturales”, concepto que usa para referirse a arquitecturas o lugares de envergadura supralocal: Medina Azahara, la Mezquita-Catedral, el Silo o la Facultad de Agrónomos, sino que tiene que generar cultura. ¿Cómo? Mediante “la perfección u optimización de los usos existentes de los diferentes espacios culturales”.
Convertir a Córdoba en una ciudad atractiva donde la cultura la hagan los artistas y los ciudadanos en un diálogo con el entorno es una ambiciosa declaración de intenciones. Ahora le toca mover ficha a las instituciones para hacer posible este sueño.
Pero uno de los aciertos del informe es que reconoce focos culturales bares como el Jazz Café o el bar Amapola, porque el documento, según la director de la Fundación de Arquitectura Contemporánea, Gaia Redaelli, apuesta por descentralizar la cultura del casco histórico de los edificios patrimoniales. Asimismo, el documento invita a los colectivos de los barrios periféricos a desarrollar proyectos de reconversión de solares municipales para convertirlos en centros de creación artística. “Hay que entender el binomio- cultura ciudad y hacer acupuntura urbana en la calle y en los barrios”, apunta Redaelli, quien también apuesta por revalorizar la Sierra o la Campiña.
“La carrera por la Capitalidad Cultural es la excusa para hacer de Córdoba una ciudad atractiva y atrayente, además de convertirla en una potente industria cultural”.