De eso hace ya 25 años y, aunque muchas cosas han cambiado –se ha pasado de 300 a 3.000 alumnos, de ofertar seis titulaciones a 18, de tener una sede en la capital a cuatro repartidas con Cabra, Puente Genil y Pozoblanco– ambos coinciden en admitir que el perfil del estudiante es muy similar al que había cuando se firmó el acuerdo con la Diputación y la entonces Consejería de Educación y Ciencia un 26 de febrero de 1985, sobre todo, en lo que a motivación se refiere.
“Se trata de un alumno muy motivado y agradecido, no tiene nada que ver con el estudiante que va por primera vez a una universidad presencial. El de la UNED tiene motor propio, le mueve su interés y es consciente de lo que eso significa para su futuro, y el sacrificio que eso supone”, remarca José María Bajo. Y sabe de lo que habla, puesto que lo vivió de primera mano. “Para mí fue mi segunda carrera –continúa Bajo– y la motivación fue más de tipo personal que de mejora profesional, ojalá en la universidad presencial se tuviera este impulso”.
Una elección de primera
Pero al margen de esta motivación ¿ha variado mucho el perfil del alumno de la UNED en este tiempo? Su director, Jesús Gamero, que recuerda con cierta nostalgia los inicios del centro (en los que él ya estuvo presente), coincide en que no ha sufrido muchas alteraciones.
En la mayoría de los casos, afirma, se trata de personas que por diversas circunstancias no pueden o no han podido acceder a una carrera en la universidad convencional y estudia su primera titulación a distancia. Luego están quienes se preparan para las pruebas de acceso a la universidad de mayores de 25 años (que copan gran porcentaje del alumnado) y, en menor medida, quienes compatibilizan dos carreras o deciden iniciar su segunda titulación, toda vez que ya cuentan con estudios universitarios, o porque no puede encontrar estos estudios en la UCO.
Pero, a pesar de que estos últimos aún suponen un pequeño porcentaje, sí que están contribuyendo a que la edad media de los alumnos, que actualmente ronda los 30 años, se rebaje. “Cada vez hay estudiantes más jóvenes que vienen a informarse y comienzan sus estudios, tanto en el centro, como en la UNED en general”, subraya Gamero.
De todos modos, de uno u otro perfil, todos los estudiantes experimentaron un gran cambio en su día, cuando Córdoba pudo disponer de una sede propia en la capital. “Hasta entonces –recuerda el director de la UNED– los estudiantes se habían tenido que desplazar a los centros de otras provincias andaluzas para hacer sus exámenes y a partir de ahora podían hacerlo en Córdoba. Al principio, en lo que era la antigua Universidad Laboral, después nos trasladamos, buscando la cercanía, a los Colegios Mayores de La Asunción y de ahí pasamos a San Felipe y a la calle Caño (donde hemos pasado gran parte de nuestra historia). Finalmente hemos llegado a esta sede de la que estamos muy satisfechos”.
Y es que, quien se asome al actual edificio que alberga a la UNED en la Plaza de la Magdalena no puede hacerse una idea del periplo que trajo consigo la consolidación de unos estudios a los que han contribuido mucho las nuevas tecnologías.
Muy lejos quedan ahora los comienzos en los que, cuenta Arroyo, las comunicaciones entre alumno y profesor se hacían vía telefónica e incluso por correo postal, y los que el contacto entre los propios estudiantes era prácticamente nulo. De ahí la idea de soledad que tradicionalmente se le asocia a este tipo de estudiante.
“Internet ha cambiado, sobre todo, la concepción de estos estudios y ha posibilitado que herramientas como la pizarra virtual, faciliten las explicaciones”, destaca José Vega, secretario y tutor de Lenguaje del Curso de Acceso a la Universidad para Mayores de 25 años, quien añade que incluso ya se puede acceder a las tutorías por videoconferencia.
Un arma de doble filo, en cambio, ya que, si bien han reportado muchos beneficios a la educación a distancia, también se han convertido en su gran reto pues, según hablan quienes intervienen en el reportaje, todavía no existe una conciencia generalizada de éstos y de su uso con carácter didáctico.
La revolución virtual
Como apunta Gamero, “ni todo el mundo tiene Internet en casa, ni sabe manejar un ordenador” y como subraya Bajo “falta asentamiento en el uso de la tecnología”. Quizás por ello para el director del centro este es el principal reto de la UNED ahora: que todo el mundo se adapte a la metodología y a los medios con los que el centro trabaja.
“Las nuevas tecnologías son una asignatura pendiente, sobre las que todavía hay un camino por recorrer y debemos conseguir que se usen todos los medios, para satisfacción de todos”.
Claro que, aunque esta proliferación tecnológica permite que los foros hagan las veces de sustitutos de la cafetería de cualquier facultad, o una una videoconferencia del despacho de un profesor, los tutores piensan que ésta no debe acabar con la tutoría presencial.
Fundamentalmente, porque en la respuesta del alumnado y en los “importantes frutos” que se obtienen de su trabajo centran su interés por una labor que, según apuntan, no les renta económicamente.
Una labor que Bajo califica como “emocionante”, porque los estudiantes se esfuerzan mucho para sacar adelante asignaturas que, en ocasiones, resultan muy difíciles de explicar a distancia. “Cuando un tutor da algo a un alumno que se esfuerza tanto, el éxito conseguido es enorme, y eso te anima. Como nosotros también lo recibimos cuando éramos alumnos, ahora también lo damos”, afirma.
La distancia se hace europea
Desde el punto de vista académico, la UNED también está en pleno proceso de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Un nuevo método de enseñanza-aprendizaje con el que comparte muchos puntos, ya que el seguimiento personalizado y tutorizado de los alumnos, y la autonomía que éstos tienen para llevar a cabo su trabajo están muy presentes en las pautas establecidas por Bolonia.
Por ello, lo que más preocupa a los profesores es cómo se van a incluir las horas prácticas que, obligatoriamente, deben formar parte ahora de cada una de las asignaturas de los grados. Algo que tendrán que ir perfilando para que a finales de este año la adaptación total sea una realidad. Por el momento, de las 18 carreras ofertadas, 13 son ya grados.
En este sentido, Arroyo matiza que la adaptación en los alumnos de la UNED no resulta tan traumática y “casi hay que explicar uno por uno qué se gana y qué se pierde con el nuevo sistema”.
Aun así, Gamero reconoce que supondrá “un esfuerzo extra tanto de los tutores como de los alumnos, que tendrán que aumentar el uso de las nuevas tecnologías y adaptarse totalmente a los planteamientos de Bolonia, muy cercanos a la metodología propia de la UNED”.
Diplomaturas o grados, créditos normales o europeos, lo que el director de la UNED cordobesa sí tiene claro es que su oferta nunca supondrá una competencia para la UCO, “con la que tenemos muy buena relación y varios convenios de colaboración”, sino un modo de complementar los servicios que ésta presta.
“Siempre que viene alguien a informarse con posibilidad de realizar los estudios presenciales, se le anima a que así lo haga. Nosotros no buscamos ganar alumnos a toda costa, la oferta real es la otra”, concluye el director de la UNED cordobesa.
“Desde los departamentos se trata de potenciar la investigación –resalta José María Bajo– pero resulta difícil con las horas que estamos contratados”. A pesar de esto, añade Antonio Arroyo, la revista Almirez, que publica el centro, recoge los trabajos que se realizan en este sentido.
Y es que, como explica José Vega, actualmente no hay posibilidad de que un profesor pueda dedicarse a desarrollar su carrera docente en el seno de la UNED. La mayoría de quienes imparten sus clases son funcionarios que, por Ley, no pueden dedicar más de las horas estipuladas a estas tareas.
“Falta ese vínculo laboral y académico que impide la carrera profesional. La Asociación de Tutores ya ha planteado esta cuestión al rector de la UNED para que estudie el tema”, matiza Bajo.